Turismo en Montpellier


Montpellier es una pequeña ciudad que está en el sur de Francia y que tiene unos 250.000 habitantes. Es uno de las ciudades industriales más importantes del país, principalmente gracias a productos metalúrgicos, textiles y también a su exquisito vino. Tiene un encanto especial en donde la maravillosa arquitectura antigua de sus edificios se mezcla con la cantidad de jóvenes que viven en la ciudad gracias a sus Universidades, en una de las cuales estudio Nostradamus. Es además una ciudad donde hay gente de todo tipo, cualquier raza, etnia o país de origen puedes encontrarlo en Montpellier. Hay un trenecito que te llevará de recorrido por la ciudad.

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Descubre en Francia la ciudad de Nancy


En el noroeste de Francia, en la región de nombre Lorena, se encuentra la ciudad de Nancy. Con una población que sobrepasa los cuatrocientos mil habitantes, esta ciudad francesa es la capital del departamento de Meurthe-et-Moselle de dicha región. Concretando más, Nancy se encuentra en la zona del curso bajo del río Meurthe y por tanto cerca de la confluencia de este con el río Mosela. Esto convierte a la ciudad en un puerto fluvial de dos canales, el Marne-Rin y el París-Nancy.

Esta ciudad francesa cuenta además con un atractivo y turístico casco antiguo en el que podrás disfrutar de lugares como el Palacio Durcal, la Plaza de la Crrière, la Plaza Stanislas o la Plaza de la Alliance, entre otros. En este último lugar no debes pasar por alto los impresionantes trabajos en hierro forjado que encontrarás en ella. En la región en la que se encuentra Nancy, es famoso también otro material que se identifica con el lugar: el vidrio.


La ciudad cuenta además con diversos museos, entre todos los cuales te destacamos el Museo Lorrain, el Museo de la Escuela de Nancy, el Museo de Bellas Artes (en el que podrás disfrutar de su colección Daum), y por último el Museo Acuario. En Nancy encontrarás además numerosos jardines y parques. Es una ciudad que posee un patrimonio botánico que ha heredado de su pasado. Entre todos estos parques y jardines, el más hermoso es el Jardín Botánico del Montet, en el que podrás contemplar aproximadamente veinte mil especies de plantas.

Si paseas por alguno de sus espacios verdes, únicos por su riqueza y diversidad, tendrás la oportunidad de revivir la historia de Nancy. No son estos lo únicos atractivos de esta ciudad, ya que podrás encontrar también otros como el mercado cubierto, los jardines acuáticos, el puerto de recreo o el callejón de las Petites Ecuries.

Recorrido rupestre por la comarca de Ariège


El valle de l’Ariège, rodeado de montañas espectaculares, ha sabido conservar con el paso del tiempo, su rica tradición histórica en un entorno salvaje pero accesible. Su extensión abarca parte de los Pirineos centrales, culminando su altitud en el pico de Estat, a 3.143 metros.

Esta comarca posee numerosos atractivos turísticos: desde las cuevas prehistóricas más importantes de Francia hasta castillos de la época medieval. En el centro de la comarca, Foix destaca poderosamente por su castillo enclavado en una roca. La villa, además, ofrece al visitante numerosos encantos: el casco antiguo, restos de la época medieval, actos culturales y gran variedad de servicios y comercios.


A unos 37 kilómetros de Foix, la hermosa ciudad de Mirepoix, construida entre los siglos XIII y XV, alberga una de las catedrales más bellas de Francia.

Arte rupestre

Grotte de Niaux. En el valle de Vicdessos, esta gruta alberga una de las mejores colecciones de pintura rupestre de toda Francia. Entre 12.000 y 14.000 años atrás, los artistas de la prehistoria plasmaron su arte en forma de figuras de caballos, ciervos, bisontes y cabras. La gran sala circular del Salon Noir destaca notablemente por su magnífico estado de conservación, mostrando el esplendor del arte Magdaleniense.

Parc Pyrénéen de l’Art Préhistorique. Se trata de un complejo que recrea varias de las grutas más importantes, transportando al visitante a un pasado lejano, a través de la oscuridad de sus salas. Para realizar la visita, a cada turista se le proporciona un casco con infrarrojos y auriculares, que le servirán como guía. Ubicado en las proximidades de Tarascon.


Grotte de la Vache. Existen vestigios de presencia humana desde la época Magdaleniense como armas, huesos, esculturas y útiles. Está situada a un kilómetro de Niaux.

Grotte de Bédeilhac. Emplazada a unos seis kilómetros de Tarascon, esta enorme gruta posee gran cantidad de estalagmitas y dibujos de animales en sus paredes.

Grotte de Lombrives. Alberga una gran cueva de más de 100 metros, llamada La Cathédrale, y el recorrido se realiza en un pequeño tren.

Grotte de Mas d’Azil. Cercana a Foix, esta gruta se divide en otras más pequeñas y su entrada es un enorme túnel. Son numerosos los restos hallados de herramientas, huesos y piedras talladas.


Rivière Souterraine de Labouiche. Se trata de un río subterráneo de más de cinco kilómetros de longitud, cercano a la población de Foix. Un recorrido en barca nos mostrará la belleza de sus estalagtitas y estalagmitas iluminadas.

Los castillos del Valle del Loira


Los castillos del Valle del Loira se encuentran en el centro de Francia, en medio de la naturaleza mezclada con unos paisajes únicos. En total son 19 castillos los que podrás visitar en ese lugar. Una escapada muy apetecible para hacer un poco de turismo rural por el país galo. Podrás conocer en primera persona cada una de estas increíbles construcciones, encontrar un alojamiento cercano y ubicar cada uno de los puntos de interés con un mapa que tiene como punto de referencia el río Loira.


Partiendo de esa zona, elegirás tu propia ruta entre los cuatro itinerarios existentes, e incluso programar tu escapada para realizarla en bicicleta, así como conocer los eventos culturales que ofrece la zona. El Valle del Loira te sorprenderá por su variedad de riquezas, a veces incalculables, que te fascinará por sus pueblos y ciudades, por el sonido del agua que baja por el río y por un entorno declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Un destino ideal para familias, para amantes de la gastronomía y la cultura del siglo pasado.

El Palacio Ideal de Francia


El “Palais Ideal” es claramente una obra única en el mundo. Fue creada en el siglo XIX por Ferdinand Cheval. Un simple cartero que dedicó su tiempo libre durante 30 años a levantar este impresionante edificio de piedras y rocas.

Es difícil imaginar que un sólo hombre haya sido capaz de hacer algo semejante, pero así fue. Doce años antes empezó a planificar su palacio. Recolectando diversos materiales que se iba encontrando durante los viajes a los que se veía obligado hacer por su trabajo, y gracias a su ingenio y genialidad creó esta obra de arte con una ornamentación única.

Como cabe esperar, el estilo de esta obra es difícil de categorizar dentro de todos los estilos arquitectónicos conocidos, ya que su creador se valió simplemente de su imaginación. Sin embargo, de entre todos estos estilos se a empleado la arquitectura naive para definir este monumento. Una arquitectura que es considerada creativa e ingeniosa. De entre todas las escenas que se pueden contemplar en sus muros, destacan aquellas en las que aparece un templo hindú o monumentos egipcios. Tiene también ciertas similitudes con los castillos medievales.

Actualmente el Palacio Ideal de Hauterives, en Francia, es considerado un monumento histórico. Además, el entorno natural que le rodea incrementa aún más su belleza y originalidad. Como se puede observar en la fotografía, la abundante vegetación, los árboles centenarios y el color verde que se expande por todas partes, acogen al palacio y le dan un toque de magia.

En su interior se exhiben en varias de las habitaciones del palacio figuras a escala de algunos de los monumentos más importantes y tradicionales del patrimonio europeo. Tales como el castillo mediebal o el chalet suizo.

St Paul de Vence en la Costa Azul


Muchos turistas quedan maravillados con este bellísimo pueblecito de la Costa Azul en la región de Provenza. El antiguo puesto fronterizo de St Paul de Vence, se encuentra situado entre Francia y Saboya, actualmente es una de las perlas medioevales de esta región del sur galo. Un pueblo amurallado que rezuma arte con más de 60 galerías desplegadas por sus calles históricas.

St Paul de Vence nos sorprende por cualquier rincón. Si miramos hacia el exterior, vemos unas impresionantes vistas de los campos de cipreses y sus pueblos de tejados rojos con piscinas y palmeras tropicales. Mientras que si le damos un vistazo hacia el interior del restaurado casco medieval, quedamos asombrados por las obras de arte desplegadas por las placitas, calles tortuosas y sus históricos edificios.


Uno de esos edificios más visitados es «La Colombe d’Or«, fue también muy frecuentado por Pablo Picasso cuando visitaba la zona. Como nunca tuvo casa en este pueblecito, se alojaba en este famoso albergue cuando recorría la Riviera. Era frecuente entonces pagar la habitación y la comida con pinturas, por lo que hoy se pueden admirar en el comedor dos obras de Picasso y Matisse, un restaurante solo al alcance de los bolsillos más exquisitos.

Este pueblo habitado actualmente por 3.000 personas, se convirtió en una próspera villa medieval por su variado comercio de higos, aceitunas y naranjas. Recorrer las murallas, la Rue Grande o la Grand Fontaine (1850), situada en una encantadora placita medieval, permite ver como muchos de los viejos edificios de los siglos XVI y XVII mantienen su encanto, a pesar de que muchos de ellos albergan boutiques, tiendas de recuerdos o galerías de arte.


La Iglesia Colegial y la Capilla de los Penitentes Blancos pueden completar la visita de la villa que solo guarda dos hoteles dentro de las murallas. La capilla fue en su día un antiguo templo dedicado a obras de caridad, decorada por el artista Folon con un inmenso mosaico de más de un millón de piezas pequeñas, vidrieras, pinturas y esculturas.

Fuera del recinto medieval te recomendamos desplazarte hacia la Fundacion Maeght y Aimé Maeght (1964). Fruto de una colaboración entre varios artistas y el arquitecto Josep Lluis Sert, muestra 9.000 obras de arte moderno y contemporáneo en medio de una naturaleza exuberante. Sólo a quinientos metros de la fundación se encuentra la Capilla de St. Charles y Saint Claude, del siglo XVII. Su visita es absolutamente imprescindible. Desde sus viejos muros se disfruta de la vista panorámica más fascinante de St Paul de Vence, un lugar inolvidable en el corazón de la Costa Azul.

Mont Saint-Michel, maravilla de Occidente


Por su espectacular arquitectura y su bahía, el Mont Saint-Michel se ha convertido en un referente turístico de Normandía, así como uno de los primeros de Francia. Su nombre se debe a la excepcional abadía, consagrada al arcángel Saint Michel, situada en un peñón rocoso de una isla, en el estuario que forma a su desembocadura el río Couesnon.

Desde 1979, el Mont Saint-Michel y su bahía forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. También, los numerosos edificios del lugar que han sido clasificados como monumentos históricos.


Otro de los elementos que contribuye a la espectacularidad del conjunto son las mareas, que en otros tiempos convirtieron al monte en una fortaleza inexpugnable. Actualmente el acceso a la abadía está asegurado por una carretera que llega a la base del peñón, pues durante siglos sólo era accesible a pie, cuando la marea estaba baja y por mar, cuando era alta.

Los orígenes de la actual abadía datan entre los siglos VIII y IX, aunque el pasado de la zona se remonta a la época celta, cuando algunas tribus se acercaban al monte para realizar cultos druídicos. Durante la Edad Media, al igual que Roma y Santiago de Compostela, constituyó uno de los centros de peregrinaje más importantes de Occidente. En la época de la Revolución fue destinada como prisión y a finales del siglo XIX se iniciaron las obras de restauración.


En la pequeña ciudad medieval que conforma el Mont Saint-Michel, podemos encontrar casas y comercios del siglo XV y XVI, un puente levadizo, la iglesia dedicada a San Pedro del siglo XV y la gran escalera que conduce a la abadía, llamada du Grand Degré.

Por alguna razón, este emblemático lugar recibe cada año más de 3 millones de visitantes entre peregrinos y turistas.

Amboise, cuna del Renacimiento francés


Es el tercero de los famosos Castillos del Valle del Loira, cuya perspectiva domina todo el río a su paso por la ciudad de Amboise, en el departamento francés de Indre-et-Loire. El dato más curioso sobre este castillo es que los restos de Leonardo da Vinci descansan en su capilla, ya que durante los últimos años de su vida residió en el Castillo de Clos-Lucé, en la misma ciudad.

De origen medieval, sus fortificaciones se iniciaron a partir del siglo XIII, siendo obra del rey Carlos VIII las primeras construcciones importantes que se realizaron. Entre ellas destacan la capilla de Saint-Hubert (1491-1496), ubicada sobre una gran roca y en la zona exterior del castillo. El nombre de la capilla se debe al santo patrón de la caza, por ello los motivos de su decoración interior están relacionados con esta temática. Respecto al ala de Carlos VIII, realizada en estilo gótico tardío (al igual que la capilla), esta alberga las cámaras o viviendas reales. Por su parte, el ala de Luis XII fue ejecutada en estilo renacentista. En el exterior, las torres circulares de Minimes y Hurtault con rampas cubiertas permitían el acceso hasta el castillo, elevado sobre el nivel del río unos 200 metros.
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El castillo de Chambord


Esta joya de la arquitectura renacentista francesa, está considerada como el más hermoso de los Castillos del Loira. Al igual que Blois, el castillo de Chambord se sitúa en el departamento francés de Loir-et-Cher, a orillas del río Loira.

Inicialmente fue concebido como pabellón de caza para el rey Francisco I, quien mantuvo su residencia habitual entre el cercano castillo de Blois y el de Amboise. Existen algunas hipótesis sobre la implicación del gran maestro Leonardo da Vinci en su diseño original, al ser invitado por el rey Francisco I. Ciertamente, el gran Leonardo residía y trabajaba muy cerca de Amboise, y tras su muerte, fue enterrado en la capilla de Saint-Hubert, en las afueras del castillo.


En cuanto a la estructura del castillo se trata de un planta cuadrangular, con ocho torres y un torreón en el interior. Sus espectaculares dimensiones dan cabida a 440 habitaciones, 84 escaleras y 365 chimeneas. Destaca especialmente, como una joya de la arquitectura, su escalera abierta de doble hélice que permite el ascenso y descenso a la vez, sin toparse con otra persona.


Cuatro salas que forman una cruz y se comunican entre ellas, están dispuestas alrededor de esta escalera de doble hélice, distribuyendo cuatro partes de vivienda. Se cree que este diseño pudiera ser obra de Leonardo da Vinci, aunque no existen pruebas que lo corroboren.

La capilla, de dimensiones excepcionales, se encuentra unida al torreón mediante una galería. Su construcción fue iniciada por Francisco I y acabada, posteriormente, por Luis XIV.

Tras la muerte del rey Francisco I y durante más de ochenta años, los sucesores que habitaron el castillo dejaron que este se fuese deteriorando con el transcurso del tiempo. Gracias a Gastón d’Orleáns, que lo recibió como regalo de su hermano Luis XIII, se iniciaron las obras de restauración del castillo para evitar que cayera en la ruina.

El castillo de Blois


En el departamento francés de Loir-et-Cher, a orillas del río Loira, se sitúa uno de los más destacados castillos por su complejidad arquitectónica. Un castillo que debe su nombre a la ciudad donde se ubica: Blois. Estilos que abarcan desde la época merovingia francesa, la Edad Media, el Renacimiento, el clasicismo y el romántico, se mezclan, cohabitan y se confunden en una hermosa construcción que nació a principios del 1500.

A lo largo de su historia, siete reyes y once reinas residieron en el castillo, entre 1500 y 1715. Como muestra de su paso por Blois, en la fachada del edificio se pueden observar los animales heráldicos de algunos de ellos: la salamandra de Francisco I, el puerco espín de Luis XII, la L de Luis XII, la A de Ana de Bretaña o la C de Claudia de Francia.

La estructura de Blois se compone de un bloque de cuatro castillos en uno solo, producto de las cuatro fases de su construcción: al antiguo castillo de los condes de Blois se añadió el ala de Luis XII, el ala de Francisco I y el ala de Gastón de Orleans.


Ala de Luis XII. Observando su fachada se puede imaginar como fue el castillo real en sus inicios. De estilo Renacentista italiano, conserva sin embargo ornamentos medievales que se muestran por toda la fachada. En la parte exterior, sobre la puerta principal, aparece la representación ecuestre de Luis XII.


Ala de Francisco I. A diferencia de su predecesor, Luis XII, este apenas reinó desde Blois, aunque las obras que llevó a cabo son considerables. La fachada que da al patio posee características medievales y su estilo es de principios del Renacimiento. Una suntuosa escalinata exterior pone de manifiesto el esplendor de la arquitectura renacentista.

Ala de Gastón de Orléans. Aunque fue construida según sus deseos, Gastón de Orleáns falleció sin haber tenido ocasión de vivir en su palacio inacabado. El elemento más preponderante es su fachada, pues su genialidad reside en haber anticipado el clasicismo mucho antes de su época.

El interior de cada una de las alas, en las que se divide este gran castillo, se pueden visitar numerosas salas donde se exponen los objetos recopilados a lo largo de la historia de Blois. Mobiliario, obras de arte, esculturas u objetos de uso personal se muestran al público para evocar la vida y costumbres de los reyes que residieron en tan fastuoso palacio.


Cada nombre asignado a las diferentes salas sugiere por sí mismo el uso de las mismas: Sala de los Capitanes de la guardia de la Reina, Galería de la Reina, Cámara de la Reina, Oratorio de la Reina, Gabinete de trabajo de la Reina, Cámara del Rey, Sala del Consejo, Sala de la Guardia del Rey, Gabinete nuevo, Galería del Rey y Sala de los Estados.


Por otro lado, en el castillo recoge las más diversas obras de arte que se exponen en diferentes galerías: Galería de las tapicerías y esculturas, Gabinete de los Retratos y la sala de Objetos de hierro forjado y cerrajerías artísticas.

La Torre del Foix, es un vestigio del recinto medieval, probablemente se tratase de una torre de ángulo en la muralla. Su nombre se debe al arrabal de la ciudad que permitía vigilar. En esta torre se instaló un observatorio astronómico, a petición de Gastón de Orleáns. En el camino de acceso se encuentra una fuente que perteneció a los jardines de Luis XII.

Primera foto: D. Lépissier.