El castillo-monasterio de Loarre


Situado a 27 kilómetros de Huesca, el castillo-monasterio de Loarre fue construido en una estribación de la sierra de Guara (siglo XI) sobre unos muros romanos. Los accesos al castillo se pueden hacer fácilmente, por carretera, desde las provincias que lo rodean. Próximo al castillo se encuentra el pueblo de Loarre que dispone de restaurantes, casas de turismo rural y zonas de acampada.

Su interés arqueológico es extraordinario porque conserva su antigua estructura románica (siglo XI) y ,en su interior, la iglesia más importante del románico europeo. La extensión de terreno que abarca es proporcional a las dimensiones de toda la fortaleza. El notable estado de conservación del conjunto, salvo los desperfectos propios del paso del tiempo, indican que nunca fue asediado ni sufrió daños bélicos. De ahí que el castillo de Loarre haya conservado su estructura original hasta nuestros días.

Sus dependencias militares se agrupan en varios pisos, a los que se accede a través de una escalera que asciende por debajo de la iglesia. Aunque se identifican con dificultad, existen galerías, cuadras, calabozos, caminos de ronda, e incluso, una salida de escape. Entre la muralla y el cuerpo del castillo se eleva una torre vigía. Al nordeste del conjunto se yergue la del homenaje y consta de tres pisos.


La parte correspondiente al monasterio es doble. La primera está formada por una sencilla capilla, edificada en la parte más elevada del montículo, consta de una nave y data del primer románico (mediados del siglo XI). La segunda está constituida por la iglesia, el edificio más sobresaliente de todo el conjunto, cuya construcción comenzó a finales del siglo XI y terminó un siglo después. Está compuesta de una sola nave, de bóveda de cañón y ábside.

El acceso al recinto se hace a través de una puerta, situada entre dos torreones semicirculares, en la muralla. A continuación y a través de un espacio descubierto, se llega a la torre del vigía. Seguidamente, tras salvar una pronunciada cuesta, se accede a la única puerta de entrada ornamentada con capiteles románicos, donde reza una sencilla inscripción.

En el interior del palacio real, paseando a través de arcos, pasadizos y torreones, se accede al balcón de la Reina, desde donde se pueden contemplar unas espectaculares vistas sobre la Hoya de Huesca.

Neuschwanstein, un castillo de cuento de hadas


Su imagen, su maravilloso paisaje y su belleza arquitectónica en piedra hacen de este lugar uno de los destinos turísticos más hermosos de Alemania. El castillo de Neuschwanstein es uno de los castillos neogóticos más conocidos y está situado en Baviera, cerca de Fussen. Una región rodeada de viejos castillos y monasterios. Toda la región está además rodeada por las impresionantes y preciosas montañas de los Alpes, cascadas y lagos.

Luis II de Baviera lo mandó construir en 1866, y desde entonces es uno de los destinos turísticos más visitados y el más fotografiado en este país. Su nombre significa “nuevo cisne de piedra”. Se le llamó así en honor al Caballero Cisne de la famosa ópera de Wagner. A su arquitecto le fue ordenado construir un castillo que por fuera se asemejase a los de los cuentos de hadas pero que por dentro tuviera todos los avances tecnológicos de la época.

Nació así un castillo de la pura fantasía, puesto que la época en la que fue construido no eran necesarios desde el punto de vista estratégico ni castillos no fortalezas. Una romántica y bella construcción en armonía con las montañas y lagos que le rodean. El castillo evoca la imagen de un espléndido cisne sobre las aguas del lago que se encuentra a sus pies.

Así el castillo recuerda a los relatos tradicionales de Disney. De hecho este fue el modelo elegido por la compañía para elaborar el castillo de “La bella durmiente” en 1959. Es más, en el parque de Disneyland Resort Paris podemos encontrar hasta una réplica de este castillo.

El Castillo de Predjama


Al sudoeste de Eslovenia se encuentra uno de los castillos más visitados de Europa, el Castillo de Predjama. Construido en el siglo XIII, su atracción turística se debe al lugar en el que fue levantado, ya que este está construido en la boca de una cueva. Una situación muy curiosa para levantar un construcción de tales dimensiones, pero que si lo piensas es un lugar ideal para construir un castillo. Acceder a él se hace muy complicado ya que está a unos 120 metros de altura al pie de un acantilado.

Actualmente se llevan a cabo numerosas visitas guiadas tanto al castillo como a la cueva en la que se encuentra. En lo referente a la visita al interior del castillo, los visitantes tienen la oportunidad de conocer cómo fue la vida en ese castillo, gracias las diversas salas restauradas del castillo que posen las instalaciones y el mobiliario original.

Entre las salas más interesantes de todo el castillo destacan las estancias residenciales, los calabozos o la capilla. Se pueden ver en su interior además numerosas armas y óleos de la época, además de una escultura de la Pierdad que data de 1420. Alunas piezas se conservan ya en el Museo Nacional de Ljubljana, Eslovenia.

Viendo todo esto, nos damos cuenta de como el castillo fue adaptado a la cueva y a sus paredes de roca. Esta cueva situada en tras el castillo tiene tres vías por las cuales se puede acceder a ella desde el castillo. De las tres, la más conocida es la del establo. Un sitio curioso de esta cueva es el llamado Pasaje de los Nombres. Como podemos descubrir con su nombre, este lugar es un pasillo donde han quedado marcadas las firmas de todos los visitantes que han pasado por ahí desde el siglo XVI.

Amboise, cuna del Renacimiento francés


Es el tercero de los famosos Castillos del Valle del Loira, cuya perspectiva domina todo el río a su paso por la ciudad de Amboise, en el departamento francés de Indre-et-Loire. El dato más curioso sobre este castillo es que los restos de Leonardo da Vinci descansan en su capilla, ya que durante los últimos años de su vida residió en el Castillo de Clos-Lucé, en la misma ciudad.

De origen medieval, sus fortificaciones se iniciaron a partir del siglo XIII, siendo obra del rey Carlos VIII las primeras construcciones importantes que se realizaron. Entre ellas destacan la capilla de Saint-Hubert (1491-1496), ubicada sobre una gran roca y en la zona exterior del castillo. El nombre de la capilla se debe al santo patrón de la caza, por ello los motivos de su decoración interior están relacionados con esta temática. Respecto al ala de Carlos VIII, realizada en estilo gótico tardío (al igual que la capilla), esta alberga las cámaras o viviendas reales. Por su parte, el ala de Luis XII fue ejecutada en estilo renacentista. En el exterior, las torres circulares de Minimes y Hurtault con rampas cubiertas permitían el acceso hasta el castillo, elevado sobre el nivel del río unos 200 metros.
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El castillo de Chambord


Esta joya de la arquitectura renacentista francesa, está considerada como el más hermoso de los Castillos del Loira. Al igual que Blois, el castillo de Chambord se sitúa en el departamento francés de Loir-et-Cher, a orillas del río Loira.

Inicialmente fue concebido como pabellón de caza para el rey Francisco I, quien mantuvo su residencia habitual entre el cercano castillo de Blois y el de Amboise. Existen algunas hipótesis sobre la implicación del gran maestro Leonardo da Vinci en su diseño original, al ser invitado por el rey Francisco I. Ciertamente, el gran Leonardo residía y trabajaba muy cerca de Amboise, y tras su muerte, fue enterrado en la capilla de Saint-Hubert, en las afueras del castillo.


En cuanto a la estructura del castillo se trata de un planta cuadrangular, con ocho torres y un torreón en el interior. Sus espectaculares dimensiones dan cabida a 440 habitaciones, 84 escaleras y 365 chimeneas. Destaca especialmente, como una joya de la arquitectura, su escalera abierta de doble hélice que permite el ascenso y descenso a la vez, sin toparse con otra persona.


Cuatro salas que forman una cruz y se comunican entre ellas, están dispuestas alrededor de esta escalera de doble hélice, distribuyendo cuatro partes de vivienda. Se cree que este diseño pudiera ser obra de Leonardo da Vinci, aunque no existen pruebas que lo corroboren.

La capilla, de dimensiones excepcionales, se encuentra unida al torreón mediante una galería. Su construcción fue iniciada por Francisco I y acabada, posteriormente, por Luis XIV.

Tras la muerte del rey Francisco I y durante más de ochenta años, los sucesores que habitaron el castillo dejaron que este se fuese deteriorando con el transcurso del tiempo. Gracias a Gastón d’Orleáns, que lo recibió como regalo de su hermano Luis XIII, se iniciaron las obras de restauración del castillo para evitar que cayera en la ruina.

El castillo de Blois


En el departamento francés de Loir-et-Cher, a orillas del río Loira, se sitúa uno de los más destacados castillos por su complejidad arquitectónica. Un castillo que debe su nombre a la ciudad donde se ubica: Blois. Estilos que abarcan desde la época merovingia francesa, la Edad Media, el Renacimiento, el clasicismo y el romántico, se mezclan, cohabitan y se confunden en una hermosa construcción que nació a principios del 1500.

A lo largo de su historia, siete reyes y once reinas residieron en el castillo, entre 1500 y 1715. Como muestra de su paso por Blois, en la fachada del edificio se pueden observar los animales heráldicos de algunos de ellos: la salamandra de Francisco I, el puerco espín de Luis XII, la L de Luis XII, la A de Ana de Bretaña o la C de Claudia de Francia.

La estructura de Blois se compone de un bloque de cuatro castillos en uno solo, producto de las cuatro fases de su construcción: al antiguo castillo de los condes de Blois se añadió el ala de Luis XII, el ala de Francisco I y el ala de Gastón de Orleans.


Ala de Luis XII. Observando su fachada se puede imaginar como fue el castillo real en sus inicios. De estilo Renacentista italiano, conserva sin embargo ornamentos medievales que se muestran por toda la fachada. En la parte exterior, sobre la puerta principal, aparece la representación ecuestre de Luis XII.


Ala de Francisco I. A diferencia de su predecesor, Luis XII, este apenas reinó desde Blois, aunque las obras que llevó a cabo son considerables. La fachada que da al patio posee características medievales y su estilo es de principios del Renacimiento. Una suntuosa escalinata exterior pone de manifiesto el esplendor de la arquitectura renacentista.

Ala de Gastón de Orléans. Aunque fue construida según sus deseos, Gastón de Orleáns falleció sin haber tenido ocasión de vivir en su palacio inacabado. El elemento más preponderante es su fachada, pues su genialidad reside en haber anticipado el clasicismo mucho antes de su época.

El interior de cada una de las alas, en las que se divide este gran castillo, se pueden visitar numerosas salas donde se exponen los objetos recopilados a lo largo de la historia de Blois. Mobiliario, obras de arte, esculturas u objetos de uso personal se muestran al público para evocar la vida y costumbres de los reyes que residieron en tan fastuoso palacio.


Cada nombre asignado a las diferentes salas sugiere por sí mismo el uso de las mismas: Sala de los Capitanes de la guardia de la Reina, Galería de la Reina, Cámara de la Reina, Oratorio de la Reina, Gabinete de trabajo de la Reina, Cámara del Rey, Sala del Consejo, Sala de la Guardia del Rey, Gabinete nuevo, Galería del Rey y Sala de los Estados.


Por otro lado, en el castillo recoge las más diversas obras de arte que se exponen en diferentes galerías: Galería de las tapicerías y esculturas, Gabinete de los Retratos y la sala de Objetos de hierro forjado y cerrajerías artísticas.

La Torre del Foix, es un vestigio del recinto medieval, probablemente se tratase de una torre de ángulo en la muralla. Su nombre se debe al arrabal de la ciudad que permitía vigilar. En esta torre se instaló un observatorio astronómico, a petición de Gastón de Orleáns. En el camino de acceso se encuentra una fuente que perteneció a los jardines de Luis XII.

Primera foto: D. Lépissier.

Los castillos cátaros

La ruta de los “castillos de la libertad”, como muchos los han denominado, recorre los importantes vestigios monumentales de los cátaros (siglos XII y XIII), que hoy son considerados, casi, como un mito. Un recorrido de dos o tres días en coche, nos mostrará gran parte de estas reliquias del pasado en las acogedoras tierras occitanas.

Una vez pasada la frontera, toda la ruta cátara está perfectamente señalizada e indicada y el recorrido se puede hacer desde Foix a Perpignan como desde Perpignan a Foix.


Castillo de Roquefixade

Si tomamos como punto de partida la ciudad de Foix, el siguiente pueblo que encontramos es Lavelanet y el acceso al castillo se realiza desde el mismo. Tan sólo se conservan algunas piedras aunque la panorámica es espléndida.


Castillo de Montsegur

Es el más famoso de todos por ser testimonio de la muerte de 225 cátaros que murieron en la hoguera por no abjurar de su fe en el año 1244. El camino hacia el castillo parte desde el Prado de los Quemados, donde se emplaza una lápida en honor a estos hombres. Desde allí, el ascenso al castillo es uno de los más duros, pero las vistas recompensan el esfuerzo.


Castillo de Puivert

De fácil acceso, pues está situado a pie de carretera, su edificación deja patente la finalidad para la que se construyó. A diferencia del resto, este castillo fue un lugar de ocio donde se celebraban torneos de caballos, y punto de encuentro de juglares y trovadores.


Castillo de Puilaurens

Se accede desde Lapradelle y fue uno de los emplazamientos más importantes de la resistencia cátara. El camino de ascenso es bastante duro pero permite conocer la flora autóctona y tener una idea del complejo sistema defensivo que le caracterizaba.


Antes de llegar a la siguiente parada, Saint Paul de Fenouillet nos muestra sus espectaculares Gorgues de Galamus, un estrecho pasaje entre montañas por donde discurre el río.


Castillo de Peyrepertuse

Se trata de una espectacular obra militar del siglo XII, perfectamente mimetizada con la montaña. Su extensión alcanza los 300 metros de longitud y el acceso se realiza por un estrecho camino entre bosques que parte desde el aparcamiento.


Castillo de Quéribus

Con un emplazamiento espectacular, a unos 728 metros de altitud, y muy cercano al castillo de Peyrepertuse, fue el último reducto cátaro que cayó en manos del rey (año 1255). Se trata de un auténtico “nido de águilas”.


Castillo de Aguilar
Construcción del siglo XII, al cual se puede acceder desde el pueblo de Tuchan, e incluso hasta los pies del propio castillo, en coche. La parte más interesante de su estructura es la doble muralla exterior con seis torres circulares, ya que de la parte interior apenas quedan restos. Otro atractivo que ofrece su visita es la inmejorable vista sobre las viñas de las Corberes.

A unos 5 kilómetros, en el pueblo de Tautavel podemos visitar el museo con los restos prehistóricos de los primeros pobladores de la zona, hace unos 400.000 años.

La ciudad fortificada de Carcassone


Situada al sur de Francia, entre Perpiñán y Toulouse, en el área del Languedoc-Rosellón, la ciudad de Carcassone es especialmente conocida como villa medieval fortificada. Su historia se remonta al siglo VI a.C. como ciudad romana y posteriormente fortificada, en el siglo IV, como respuesta a tres siglos de invasiones puntuales por ser villa fronteriza al norte del reino visigodo. Tras la ocupación musulmana, en los años 725 a 759, Carcassone pasa a manos de los Francos y durante la época feudal emerge como principado, extendiendo sus dominios hasta Nimes.

Marcada por la gran influencia de la religión cátara, en 1208 emprende una cruzada contra los Albigenses que se traduce en una nueva conquista territorial, anexionándose al dominio real en 1226. Desde entonces hasta la firma del tratado de los Pirineos, Carcassone constituye una pieza clave del dispositivo de defensa fronteriza entre Francia y Aragón. Ya, en 1997, la ciudad pasa a ser inscrita dentro de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.


Castillo, murallas y torres

Hay cuatro puertas de acceso al interior de la ciudad, situadas en las murallas y coincidiendo con los puntos cardinales:

La puerta de Narbona. Ubicada en la sección oriental y llamada así por estar orientada hacia la ciudad con su mismo nombre. Data del año 1280 y se compone de dos torres a tres niveles, que enmarcan un cuerpo central de defensa. La puerta de acceso está reforzada por un doble rastrillo y custodiada por matacanes, desde los que se podían lanzar proyectiles, en caso de ataque. Con la finalidad de poder soportar las épocas de asedio, en la torre norte se destinó una cámara para almacenar víveres y a la torre sur se la dotó con una cisterna de agua.

En 1859 se llevó a cabo una rehabilitación que la dotó de una especie de puente levadizo que no existía originariamente.


La puerta del Aude. Llamada así porque está abierta hacia el río Aude, en la zona occidental del conjunto. Se trata del sector con más difícil acceso al recinto fortificado, protegido por una barbacana, un castillete y un matacán (plataforma con orificios para lanzar proyectiles, situada en la parte alta de la muralla).

Su configuración revela un sofisticado sistema defensivo: puertas que en realidad no existen, con la finalidad de burlar un intento de intrusión, y pasillos con recovecos y cruces que se convierten en una trampa laberíntica, quedando expuesto el invasor a los disparos desde todos los ángulos.

La rampa de acceso tenía su inicio en la barbacana, actualmente desaparecida. El ascenso se realizaba mediante curvas y giros para dificultar la entrada.

El origen de esta parte de la muralla es visigodo y su refuerzo consistía en estar elevada sobre la propia muralla y reforzada con tres contrafuertes (siglo XIII).


La puerta del burgo o de Rodez. Situada al norte y custodiada por dos torres, esta sencilla puerta comunicaba la ciudad con el antiguo burgo de Saint-Vincent y su defensa estaba constituida por la barbacana Notre-Dame y la torre Mourétis.

La puerta de Saint-Nazaire. Ubicada en la torre con el mismo nombre, en la zona sur del recinto. Da acceso a la muralla y a la ciudadela a través de un pasadizo protegido por matacanes y aspilleras (aberturas verticales, estrechas y profundas que se situaban en las murallas y permitían lanzar flechas o ballestas).

Su planteamiento defensivo original era muy complejo, pero la estructura fue modificada a mediados del siglo XIX, perdiendo su carácter.


A lo largo de la muralla, diferentes torres con sus propias historias nos deleitaran en esta visita al pasado de esta hermosa ciudad amurallada: la torre visigoda, la torre de la Inquisición, la torre de Cahuzac o la torre Mi Padre. La catedral de Saint-Nazaire et Saint-Celse, en el interior del recinto o el museo lapidario, en la primera planta del castillo son otros de los elementos importantes incluidos en la visita a Carcassone.