Bulnes, una aldea para disfrutar de un entorno natural ajeno al paso del tiempo

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Bulnes, forma parte del concejo de Cabrales, en Asturias. Es una aldea que es un destino ideal para evadirse y dejar a un lado las preocupaciones para disfrutar de un entorno como los de antaño en plena naturaleza. Un paraje en el que parece que el tiempo se ha detenido y que desprende la tranquilidad y la paz que le confieren sus parajes naturales, que son ideales además para hacer senderismo o montañismo.

Un lugar emblemático

Bulnes es quizá la aldea más remota de España. Situada en los Picos de Europa, esta localidad también es de las más emblemáticas de este entorno. Y es que a ella no ha llegado la civilización. Y no es broma. Es de los pocos lugares en los que, hoy en día, no hay acceso rodado.

Y, ¿cómo se llega? No queda más remedio que hacerlo a través de una canal de alta montaña o bien hacer uso del llamado ‘tren-cremallera’. Estos accesos permiten llegar a 1.000 metros de altitud en un marco sin igual, ya que se está rodado de cumbres.

Es una “frontera ficticia” que suelen traspasar los montañeros y escaladores de los Picos, pero también las personas que han vivido en esta zona para sobrevivir en este medio natural. Y, por supuesto, también los turistas.

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Esto no debe asustar porque Bulnes está en pleno Macizo Central de los Picos de Europa, pero también tiene un barrio alto con vistas panorámicas y unas casas de piedra de gran belleza.

Bulnes, donde se puede disfrutar del queso de Cabrales, tiene una estructura llamativa porque está formado por pequeñas callejuelas empredradas que son ideales para pasear tranquilamente mientras se observa el paisaje y se oye el canto de algún pájaro o el fluir del agua. A pesar de tener el encanto de las aldeas de antaño, Bulnes tiene bares y restaurantes, aparte de ser posible alojarse en él.

El tren

Y, por supuesto, hay que coger el funicular de Bulnes o ‘tren-cremallera’, que data de comienzos del siglo XXI. En siete minutos, lleva desde Puente Poncebos hasta prácticamente la aldea, ya que hay que caminar luego por una senda de gran belleza durante unos cinco minutos para alcanzar las primeras casas.

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