Hace ya tiempo que Quito, fue nombrada ciudad Patrimonio de la Humanidad Por la Unesco. Motivos no le faltan: es una de las ciudades coloniales mejor conservadas de América, con plazas empedradas y catedrales decoradas con gran majestuosidad. La capital de Ecuador es impresionante se la mire por dónde se la mire. Su plaza central se encuentra a 2.850 m (9.350 pies) sobre el nivel del mar, y es la segundo capital más alta a nivel nacional y un lugar donde los turistas se quedan sin aliento sin la necesidad de hacer deporte.
Por este motivo, si vas a visitar la zona, lo mejor es que ralentices tu ritmo y no te aceleres demasiado para no sufrir ningún desagradable susto. La parte histórica de la ciudad, el casco antiguo, es la zona en la que se encuentran la mayoría de las atracciones. Es un barrio relativamente pobre y desaliñado pero con un gran encanto. Vagando encontrarás una bonita mezcla de colores con los indígenas ecuatorianos y sus ponchos multicolores, los cuales crean un bonito efecto visual frente a los bonitos edificios coloniales de color blanco.
Más allá de la torre neogótica de la Basílica del Voto Nacional se encuentra el distrito de Mariscal, con sus hostales para mochileros y bares y restaurantes. La moderna y ordenada Ciudad Nueva comienza a distribuirse hacia el norte. Su espectáculo más fascinante es el valle Guapolo que está flanqueado por hoteles de gran altura y villas maravillosas entre las que se encuentra la del renombrado pintor, Oswaldo Guayasamín.
Para conocer bien los pueblos indígenas, vale la pena visitar el mercado semanal del pueblo de Saquisilí, ubicado en Panamericana, cerca de la ciudad colonial de Latacunga. Saquisilí es también el punto de partida para ir a visitar el conocido como bucle de Quilotoa, una ruta que pasa por una serie de pueblos indígenas de gran altitud y donde también se encuentra el volcán Quilotoa.