Relax, cultura y naturaleza en el Monasterio de Piedra

Monasterio de Piedra
El pasado fin de semana tuvimos la oportunidad de disfrutar de uno de los lugares más bucólicos de España. Fuimos invitados por el Monasterio de Piedra y no dudamos en hacer la maleta para descubrir qué se siente rodeado de tanta naturaleza, rodeado de tanta paz.

Nos desplazamos desde Barcelona hasta Nuévalos, un pequeño pueblo de apenas 350 habitantes que está a unas cuatro horas de distancia en coche. Desde allí hay que coger una carretera que te lleva al Monasterio, donde rápidamente pasas del estrés de la gran ciudad a la calma de un espacio mágico que te conquista desde el primer segundo.

Historia y datos importantes sobre el Monasterio de Piedra

El Monasterio de Piedra empezó a coger forma cuando 12 monjes cistercienses abandonaron el Monasterio de Poblet para instalarse en el antiguo castillo de Piedra Vieja en el año 1194. La edificación del mismo se prolongó a lo largo de tres etapas distintas: gótica primitiva (siglo XIII), gótica renacentista (siglo XVI) y clásica-barroca (siglo XVIII).

Los monjes ocuparon las dependencias del Monasterio en 1218, así que muy pronto se cumplirán 800 años de historia de un paraje que ha sido catalogado como Conjunto de Interés Cultural y Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento. Además, en 2011 fue galardonado con la Medalla al Mérito Turístico por el Gobierno de Aragón.

Un momento importante de la historia del Monasterio de Piedra tiene que ver con lo que ocurrió tras la desamortización de Mendizábal en 1843, cuando Pablo Muntadas Campeny se hizo con los edificios conventuales y las fincas adyacentes a través de Subasta Pública pagando 1.250.000 reales. Años después, Juan Federico Muntadas, su hijo, fue el artífice de la revolución paisajista del espacio, renunciando a levantar fábricas textiles para apostar por el turismo sostenible. Por eso nada más acceder al Parque hay un busto en su honor.

Busto

Un hotel con mucho encanto

El hotel, o mejor dicho el monasterio, te transporta a otra época. Puedes pasar la noche como si estuvieras en el medievo y despertarte con el agradable piar de los pájaros, que te dan los buenos días con sus trinos. Es una sensación que merece la pena experimentar con los ojos cerrados, cogiendo aire y soltándolo lentamente para entrar en un estado de relajación total.

vistas habitacion
Hay 62 habitaciones divididas entre Doble Standard, Doble Superior y Junior Suite. En estas últimas pueden dormir hasta cuatro personas, mientras que las dobles, como su propio nombre indica, son para dos personas.

También hay una sala plenaria (refectorio en el siglo XIII), dos salas multiusos modulares, la sala Río Piedra, la sala La Biblioteca y El Granero, que es un espacio ideal para tomar algo de forma distendida. Todo ello sin olvidar su magnífico spa de más de 500 metros cuadrados y la piscina. Ésta te propone un chapuzón rodeado de vegetación, respirando aire puro y tomando el sol en unas tumbonas que disfrutan del silencio que no se encuentra en la mayoría de piscinas.

Piscina
Volviendo al interior del hotel, hay que apuntar que se alimenta del Arte Cisterciense con detalles tan espectaculares como el de su escalera renacentista del siglo XVI. Es una especie de museo de historia en el que también hay hueco para necesidades actuales como las de ver la televisión o conectarse a Internet con WiFi gratuito.

A la hora de comer no hay ningún problema. Sin moverse del Monasterio de Piedra uno puede disfrutar de los restaurantes Reyes de Aragón y Piedra Vieja. El primero es más selecto, con platos deliciosos y a un precio razonable. Cuando fuimos por la noche había un menú muy completo por 24 euros. El segundo, por su parte, cuenta con una carta más amplia, aunque con platos menos elaborados. El menú nos costó 13,50 euros y la calidad es aceptable. Además, el servicio es muy rápido.

Si estás buscando un sitio para tomar algo puedes ir al bar-cafetería El Granero, al bar-sala de estar Gaufrido o a la terraza del restaurante Piedra Vieja.

Para terminar de hablar del hotel, hay que decir que en el Complejo Turístico Monasterio de Piedra se organizan bodas y eventos al aire libre. El espacio es perfecto para darse el «sí quiero» en la antigua Abadía, que tiene un encanto especial por eso de estar medio destruida. La capacidad del antiguo comedor de los monjes es de 175 personas, mientras que en el Claustro del Monasterio caben 250 personas.

Abadia

Efemérides a la vuelta de la esquina

Como he comentado anteriormente, 2018 no será un año cualquiera. Se cumplirán 800 años desde que se celebró la Ceremonia de Translación y ocupación física de los edificios del Monasterio por parte de los monjes llegados desde Poblet. Además, también se cumplirán 175 años desde que Pablo Muntadas compró el Conjunto Histórico. Por eso están preparando actividades con las que sorprender a los turistas que se acerquen al Monasterio de Piedra por esas fechas. La verdad es que se les ve muy ilusionados.

No son las únicas efemérides que están por llegar. En 2017 se cumplirán 150 años desde la inauguración de su piscifactoría, que es la primera de España y fue encargada por Juan Federico Muntadas, que quiso que estuviera junto al río Piedra. ¿Por qué? Pues porque es un lugar idóneo para cultivar y producir varias especies. Además, es de una belleza cautivadora.

Espacios muy cuidados

El Monasterio de Piedra pasó a manos del MONASTERIO DE PIEDRA S.A. en abril de 1933. Es una de las empresas más antiguas de Aragón y su objetivo no es otro que conservar, remodelar, restaurar y embellecer tanto el Monumento Histórico como el Parque. Entre algunas de las acciones más destacadas de los últimos años, podemos destacar la mejora de los accesos al Vergel (el Parque del Monasterio), la rehabilitación de la Plaza de San Martín (por donde se accede al hotel y al Monasterio), la restauración de la Bóveda de crucería del siglo XVI del antiguo monasterio o la rehabilitación de varios forjados en el Palacio Abacial.

Monasterio
A todo lo anterior hay que añadir lo que están haciendo a nivel cultural, ya que el visitante puede disfrutar de las exposiciones de carruajes y de la Historia del Chocolate, además de conocer cómo los monjes producían vino para consumo propio y para venderlo tanto en Calatayud como en Daroca, dos pueblos muy cercanos. De esta forma podían comprar aquello de lo que no eran capaces de autoabastecerse. También hay un Retablo Relicario que merece la pena contemplar con detenimiento por ser un ejemplo muy representativo del gótico mudéjar.

El Parque, el lugar perfecto para evadirse

El plato fuerte, por lo menos para la gran mayoría, es sin duda alguna el Parque del Monasterio de Piedra. Allí puedes pasar dos horas y media, toda una mañana o todo el día si quieres. Está abierto en invierno de 09:00 a 18:00 horas y en verano de 09:00 a 20:00 horas. Los precios son los siguientes:

– Adultos: 15,50 €
– Niños (4-11 años): 11 €
– Senior (mayores de 65 años): 11 €

En el precio está incluida la entrada al Parque, la exhibición de aves rapaces y una visita guiada al Monasterio Cisterciense.

Camino
Uno de sus principales atractivos, que por supuesto no nos quisimos perder, es la exhibición de aves rapaces que tiene lugar entre la primavera y el otoño. Te permite ser testigo del vuelo de halcones, buitres, búhos, águilas… Son especies que están criadas en centros de crías en cautividad. Los horarios son los siguientes:

– Del 1 de marzo al 3 de julio: 11:30h, 13:00h y 16:30h
– Del 4 de julio al 31 de agosto: 11:30h, 13:00h y 17:30h
– Del 1 de septiembre al 1 de noviembre: 11:30h, 13:00h y 16:30h

Aves rapaces
Fue lo primero que hicimos nada más llegar al Parque y nos gustó mucho. Acto seguido, empezamos el recorrido, cuya duración aproximada es de dos horas y media a un ritmo normal.

El Baño de Diana es lo primero que te sorprende. Es una cascada preciosa que te permite ver de fondo otra cascada que es todavía más grande. Se trata de La Caprichosa, una de las más bonitas que he visto en mi vida. Contemplarla es un regalo para la vista, pero también para los oídos.

Cascada
Los senderos te llevan a nuevas cascadas y te invitan a entrar en grutas como Iris. Puede que te mojes un poco, pero vale la pena sacar a relucir ese espíritu aventurero que todos llevamos dentro para disfrutar de unos paisajes que no se ven todos los días. La foto que puedes ver a continuación muestra cómo cae el agua desde la cascada más alta del Parque.

Cascada desde dentro
La siguiente parada que me maravilló fue el Lago del Espejo, donde los peces parecen estar suspendidos en el aire. No es de extrañar que le pusieran ese nombre, ya que el agua está tan limpia que tu cara se refleja con bastante nitidez. Al lado está la piscifactoría que he comentado anteriormente, donde las truchas son las grandes protagonistas.

Lago del Espejo
El paisaje que rodea el Lago del Espejo me hizo sentirme como en Estados Unidos, como si estuviera frente al Lago Hanging del Gran Cañón del Colorado. Su riqueza biológica y la gran variedad de árboles te sitúan en un paraíso verde y cristalino embriagador.

Lago del Espejo 2
En definitiva, la visita al Parque es imprescindible. No es de extrañar que en 1945 fuera declarado paisaje pintoresco. Bosques densos, árboles gigantescos, cientos de especies de animales y plantas… Hay que estar ahí para contarlo.

Para más información y reservas visita la página web del Monasterio de Piedra.

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