Óbidos, el pueblo medieval de más encanto en Portugal

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Portugal es uno de los países que desde hace algunos años se ha puesto de moda para hacer turismo por su gran belleza, el atractivo de sus paquetes turísticos y unos precios que son bastante asequibles para la mayoría de los bolsillos. Además, en el caso de España, se suma el hecho de la proximidad geográfica. Sin embargo, muchas veces, se tienden a hacer los itinerarios habituales, visitando Lisboa, Sintra, Oporto o Estoril, entre otros lugares. En menor medida se hace parada en un pequeño pueblo, pero que tiene mucho encanto. Se trata de Óbidos. Una localidad medieval, pero que es el más claro ejemplo de pueblecito portugués. Es un lugar con mucha historia y con mucho encanto. Y, aunque se piensa que tiene pocos sitios que visitar, no es verdad. Bien merece la pena dedicarle un día por lo menos. Además, no hay que irse del lugar sin probar la Ginjinha d’Obidos.

Visitas

El paisaje de Óbidos se reconoce fácilmente porque es una ciudad amurallada. Su historia se remonta al año 1.214, fecha en la que fue un regalo para la Reina de Portugal en el día de su boda, comenzando así la tradición con la Reina Urraca, que se mantuvo hasta el siglo XIX.

Esta muralla contiene estrechas calles empedradas, casi son como un laberinto, que bien merecen un paseo para ver las casas pintadas tradicionales y típicas del lugar. Un camino que llega hasta el castillo medieval de la ciudad, que es muy imponente.

Pero antes de llegar allí, en el recorrido por Óbidos, una de las paradas obligatorias es la llamada La Porta da Vila, que es la entrada principal del municipio. Inicialmente, parece muy sencilla, pero hay que fijarse bien porque en su interior hay una capilla de gran belleza que se eleva por encima de la calle principal.

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De gran belleza son sus azulejos estampados de color azul y blanco, que todavía perduran desde el siglo XVIII y que representan la pasión de Cristo, mientras que el techo evoca la corona de espinas que llevaba Jesús.

Además de esta puerta, la visita a Óbidos debe llevarnos a conocer bien sus murallas –datan de la época árabe y de los siglos VIII-XI-, que se pueden recorrer. Más o menos tienen un perímetro de 1,5 kilómetros alrededor de la localidad, aunque hay que tener en cuenta que, en algunos tramos, llegan a estar a unos 13 metros de altura.

Visita obligada es también el Castillo de Óbidos. De estilo medieval, llama la atención por sus paredes sólidas y fuertes de piedra y por el torreón, así como por las almenas defensivas.

Dentro ya del pueblo, el recorrido nos lleva a pasear por la Rua Directa, que es la calle principal y que, hoy en día, está llena de comercios y de puestos de artesanía. Es una vía muy alegre y animada, además de ser una de las calles más concurridas, sobre todo, en la época turística.

Otros puntos de interés de esta localidad turolense son la Iglesia de Santa María, que es la principal y que destaca por su estilo renacentista –también tiene arte gótico-, y el Pelourinho de Óbidos, que es una picota de piedra que está en la plaza Santa María y que se empleaba para colgar a los delincuentes.

Y, por supuesto, es conveniente visitar el Santuario do Senhor Jesús da Pedra, que está fuera de las murallas y que tiene como principal atractivo su planta hexagonal, así como el acueducto para que la localidad tuviera agua; la Iglesia de Sao Pedro, de estilo gótico, aunque se incluyó barroco en su reconstrucción, y la Capela de Sao Martinho, que es gótica. Y, si queda tiempo, está el museo municipal con esculturas de los siglos XV-XVII.

Gastronomía

La gastronomía en Óbidos es como la de Portugal. Pero hay un producto que no puedes dejar de probar. Es el conocido como Ginja o Ginjinha d’Obidos, que es un licor de guindas, que se comercializa en muchos bares y puestos. Además, tiene la particularidad que se sirve en un vasito de chocolate.

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